A Marga Lago Martínez
El “Conseguidor” Juan Lanzas
se buscó tres testaferros
con los que montó una banda
de auténticos bandoleros,
como hizo Curro Jiménez
en los sus antiguos tiempos;
a falta del Algarrobo,
del Estudiante y del resto,
Juan Lanzas escogió un trio
para formar un cuarteto.
Con ellos recolectaba
y blanqueaba el dinero
que cobraba en comisiones,
gordísimas, en secreto.
Viajaban los maletines
con billetes de quinientos,
lo mismo que sobres gordos
preñados de fajos de euros
que iban a los paritorios
que Juan Lanzas y Guerrero
montaron en ciertos bares
muy cerca del Parlamento.
El dinero nace sucio;
lo lavan los testaferros
y, en lugar de usar “Colón”,
ellos usaban Conciertos
que aportan un albor puro
a los millones de euros;
después, los centrifugaban
en oscuros recovecos
de sus empresas fantasmas
en veloces movimientos;
los billetes se secaban
aprovechando los vientos
que eran aires que metían
de Juan Lanzas al coleto.
“Conseguidor” montó banda
con extraños elementos.
Juan Francisco de Algarín,
un alcohólico confeso
que cuando el “delirium
tremens”
se instalaba en su cerebro
dirigía las “fantasmas
empresas”, con tanto acierto,
que bebían comisiones
y luego meaban euros
en el orinal de Lanzas
con los que regaba el huerto.
En un comedor social
alistó a este “elemento”.
Otro miembro de la banda
era el chofer de Guerrero
que, a más de llevarle en
coche
oficial de Ministerio,
le acompañaba en las juergas
y se gastaba los euros
en jolgorios puteriles,
en coca y otros eventos,
mano a mano, entre los dos,
como buenos compañeros.
El Juan Francisco Trujillo,
cocainómano confeso,
fue chofer del Secretario
y de Lanzas testaferro.
Claro lo dijo a la Juez
que le empadronó en encierro.
Sin embargo en Comisión
vino a declarar Guerrero:
--“Yo soy un hambre jovial;
ni drogata, ni putero”.--
Pero, entre los dos, gastaban
sus veinte y cinco mil euros,
mensuales en cocaína
que, les vendía un “camello”,
proveedor de dos “Curros”
y de Lanzas testaferro.
El tal Gregorio Martínez,
de profesión vinatero,
recibía subvenciones
regaladas por Guerrero
y montó empresas fantasmas
para lavar los dineros
de comisiones de Lanzas
como ejemplar testaferro.
En País de la honradez
podría ser el primero.
Lanzas estudió Vitalia,
que Chaves y su Gobierno
inventaron como Empresa
para controlar los euros
con un montón de chorizos
seleccionados a dedo.
Esta Empresa singular
dio subvenciones a cientos
y recaudó comisiones
retornadas en secreto,
Así vino a montar Lanzas
sus fantasmales empresas
a nombre de testaferros;
sin trabajar facturaban
el retorno de los euros
con los que el “jefe” compró
diez y seis casas más finca
y un lujoso apartamento
que le regaló a su madre
porque ganase bronceo,
a la orilla de la playa,
con un gracioso moreno;
después, sería la envidia
de las comadres del pueblo.
En “zulos” treinta millones
ocultos en sus terrenos
que, por su gran extensión,
está buscando el ejército.
En puticlub de Sevilla
con Lanzas de guitarrero
más cocaína y alcohol
cantaban los testaferros
la coplilla popular:
--“Anda jaleo, jaleo;
anda jaleo, jaleo;
con silencioso alboroto
seguimos con el saqueo;
seguimos con el saqueo;
que el dinero es tentador
y nos gusta el mangoneo
y nos gusta el mangoneo”.--
Una coplilla apropiada
para tales bandoleros.
(Madrid, 30 de Marzo de 2013)